Codeándose con grandes maestros con
quienes sus padres departían, le tomó simpatía a la música, desde el piano y la
guitarra clásica, aunque también ya en sus tiempos de mozo, comprobó que la
música popular en todos sus géneros era muy atractiva. La maestra Ana Mercedes
Asuaje estudió con Ascanio Negretti y Vicente Emilio Sojo, entre otros y fue
miembro fundador de la Schola Cantorum,
Directora Académica de la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela, amén
de tener una dilatada trayectoria como músico, profesora y compositora.
De estudiante aplicado a maestro
consagrado
Hoy Alfredo Rugeles es considerado uno de
los directores y compositores venezolanos más destacados de su generación.
Treinta años de carrera artística que Venezuela
Sinfónica –como primer noticiero digital del mundo sinfónico de nuestro
país- no podía pasar por alto y es por eso que entrevistamos al maestro, quien
hizo un alto en su dilatada agenda de actividades: clases, conciertos, viajes y
nuevas producciones, tienen un espacio muy definido en su diario quehacer.
Nació en 1949 en la ciudad de Washington,
Estados Unidos, mientras su papá cumplía con el servicio diplomático como
Agregado Cultural de la Embajada de nuestro país en aquel entonces. Su mamá
mientras tanto perfeccionaba sus estudios académicos de composición. Y con
tanto sólo meses se lo llevan a Argentina, donde pasó dos años.
La familia luego se radicó en Caracas
definitivamente, y así se convirtió en el acompañante perfecto de su mamá quien
fue una destacada maestra de teoría y solfeo. A muy corta edad empieza sus
estudios con grandes maestros. Rugeles sin duda aprovechó las bondades de un entorno
familiar dedicado al arte y a la música. Estudió Piano con Gerty Hass, Guitarra
clásica con Antonio Lauro y Flaminia de Sola, Canto y Dirección Coral con
Fedora Alemán y Alberto Grau, respectivamente, y Composición con Yannis
Ioannidis.
Los idiomas los aprendió en el camino.
Sacó provecho de su viaje a Alemania en 1976 para estudiar dirección de
orquesta y composición en el Instituto Robert Schumann de Düsseldorf,
obteniendo diplomas en Composición y Dirección Orquestal de sus Maestros
Günther Becker y Wolfgang Trommer, respectivamente y aprendió el alemán. El
francés lo aprendió en París y además habla inglés, el cual estudió en Caracas
en el CVA y, como él mismo dice, un poco de italiano, y todo por un amor que
fue cultivando a través de los años: la ópera.
Aunque no se dedicó al canto como
profesión, sí le aprovecha muy bien cuando dirige un montaje operístico. “Se me
hace más fácil acompañar a los cantantes porque canto y respiro con ellos y así
fluye mejor nuestro trabajo”, comenta Rugeles. Seguramente, es por esta razón
que es muy buscado para dirigir óperas y su trabajo ha sido muy bien recibido
tanto por la crítica especializada como por la prensa que se ha desecho en
elogios bien documentados.
“Cuando se dirige ópera es un trabajo más
complicado, no es como la dirección orquestal, pues el director está en el foso
junto a la orquesta y los cantantes –y actores a la vez- sobre el escenario,
así que es más difícil coordinar y apoyarles para que se logre el objetivo pues
el contacto visual entre ellos y yo es más difícil”.
Fue
Director Asociado (1982-84) y Director Artístico (1984-87) de la Orquesta
Sinfónica Municipal de Caracas y desde 1987 hasta 1990 Director Musical del
Teatro Teresa Carreño. Desde 1991 es el
Director Artístico de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela. Desde 2009 dirige el Ensamble Latinoamericano de Música
Contemporánea Simón Bolívar, dedicado a la difusión e interpretación de obras
del repertorio contemporáneo universal, que alterna con las más
emblemáticas obras del repertorio latinoamericano, junto al estreno constante
de las más recientes producciones latinoamericanas y venezolanas. Ha
dirigido numerosos estrenos de obras de autores venezolanos y primeras
audiciones del repertorio contemporáneo internacional. En Abril de 1990 debutó
en la Compañía Nacional de Ópera del Teatro Bellas Artes de México con Il Tabarro de Puccini. En Junio de 1991
dirigió Las Bodas de Fígaro de Mozart
dentro de la Temporada de Ópera del Teatro Teresa Carreño. En Septiembre de
1991 es invitado a dirigir Così fan Tutte
de Mozart, el primer montaje operístico de la Compañía Nacional de Ópera
“Alfredo Sadel”.
Como
Director, Alfredo Rugeles ha actuado frente a la Orquesta del Instituto Robert
Schumann de Düsseldorf, la Orquesta Siegerland de Hilchenbach, la Orquesta de
Cámara Neerlandesa, grupos de Cámara de Música Contemporánea en Düsseldorf,
Colonia y Darmstadt, la Sinfónica Nacional de México, la Orquesta Filarmónica
de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Orquesta de Cámara Mayo de
Argentina y la Orquesta Sinfónica de El Salvador. La lista es muy larga!
Una herencia que trasciende
Quienes le conocen saben de su carácter
afable, su puntualismo y una determinación muy seria. Sin duda, herencia
materna: “Ella me legó una gran disciplina, el ser honesto conmigo mismo, un
deseo de estudiar constantemente y estar actualizado. Claro está, era profesora
de música y siempre me insistió en eso, de allí el rigor del estudio y de estar
muy activo. También me cedió su biblioteca y sus obras. Así que ahora que ya no
está, me deja todo su legado. En eso estoy, pues quiero editar un libro suyo
que se llamará 'Paginas de Recuerdos Vol. 3' y que además contendrá la historia
de sus canciones, así como las partituras de sus canciones sentimentales e
infantiles".
Otro aspecto de sí mismo, lo adquirió en
su andar en Alemania: “Ser puntual y sumamente responsable es de mi paso por el
Instituto Robert Schumann de Düsseldorf, donde obtuve los diplomas de
Composición y Dirección Orquestal -en 1979 y 1981- como alumno de Günther
Becker y Wolfgang Trommer”. Y ese rigor lo sienten sus alumnos, los cantantes y
los músicos de las orquestas de todo el país cuando lo invitan a dirigir. Y del
exterior donde también es muy cotizado. Tan sólo este año viajó a Perú y a
Costa Rica, y en noviembre le esperan en México.
Con una vida complicada por el tiempo, que
siempre es breve para todo lo quiere emprender, Alfredo Rugeles saca espacio
para disfrutar de la música popular. En sus tiempos libres escucha buena música
en cualquier género, desde rock, jazz hasta salsa y música venezolana y latinoamericana.
Incluso a los 15 años comenzó tocando su guitarra eléctrica para sacar de oído
las canciones de Los Beatles, a quienes tuvo además la oportunidad de ver y
escuchar en vivo en junio de 1965 en el Palais des Sports de París. De hecho se
está preparando para un tributo a Pink Floyd en noviembre con Orquesta
Sinfónica Juvenil Teresa Carreño con arreglos musicales de Angel Quiñones.
Además le apasiona el buen cine –al momento de esta entrevista ya tenía su
entrada en mano para disfrutar de la producción más reciente de Carlos Oteiza-
y si puede, también suele nadar. Lo que más disfruta son los viajes y el
conocer y disfrutar de otras culturas. En estos tiempos, también ha sucumbido a
otra pasión, la fotografía y lo electrónico, y de allí que esté bien conectado
a través de las redes sociales y con los nuevos sistemas, para estar muy al
día.
“La música en todos sus estilos es
apasionante. He trabajado con Biella Da Costa, Kiara, El Cuarteto, Vos Veis,
Ensamble Gurrufío, Floria Márquez y Serenata Guayanesa, entre muchos otros y
los resultados han sido excelentes. No se trata de ser tan formal. Aunque sigo
ese dicho del recordado y admirado Maestro Aldemaro Romero: ‘Hay música buena y
música mala’ y es por eso que se hace el esfuerzo de elevar el nivel cada vez
más para ofrecer el mejor espectáculo musical, para que todos disfruten. He
hecho de todo en mi carrera, pero siempre con excelencia y amor, y soy feliz
porque hago lo que realmente me gusta”.
Para Rugeles, el avance de la música
venezolana es extraordinario: “…Causamos muy buena impresión por el altísimo
nivel de nuestras orquestas. Desde la OSV, la primera, hasta todas las
orquestas de El Sistema (Fundación Musical Simón Bolívar), en especial mi
Orquesta Sinfónica Simon Bolívar de Venezuela, pasando por la Sinfónica
Municipal de Caracas y tantas otras que han logrado demostrar el gran talento
de nuestros músicos. Es impresionante lo que se ha logrado. Es un nivel de
primer mundo, sin duda alguna…”
Alfredo Rugeles dirige a músicos jóvenes,
pues es director de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela y observa
la extraordinaria pasión y entrega con la que ejecutan, con absoluta precisión,
musicalidad y virtuosismo. “Es increíble dirigir a la juventud y eso conlleva
una gran responsabilidad pues hay que ayudar a canalizar tanta energía e
impulso. Con este mundo de orquestas lo que vemos es una sana competencia y eso
crea un nivel más alto. Somos primer mundo en la música, tanto para propios
como para extraños. En el exterior nos conocen por la música y eso es bueno
porque al menos saben que, además de
misses y petróleo, hay excelentes músicos en nuestro país”, puntualiza Rugeles.
La vida en una composición
Como compositor Alfredo Rugeles ha
sobresalido con una música extraordinaria: “fui influenciado por la música de
vanguardia de los años 60, 70 y 80 que es considerada como contemporánea. Sin embargo, después de esos años de
experimentación, hoy recurro a la melodía y al ritmo, incorporando elementos de
mi entorno, como en la obra Sinfonola,
donde una rocola fue una influencia básica. Son acordes tonales y atonales,
referencias a colores y efectos tímbricos. Sinfonola fue escrita en el año 1988. El nombre se debe porque yo recordaba las
rocolas y esto es como una especie de caleidoscopio de todas las tonalidades
existentes. A lo largo de la obra hay solos de instrumentos y cada uno va
haciendo una ‘melodía de timbre’ que se va difundiendo entre cada uno de ellos
y va recorriendo la orquesta”.
“En otra obra, por ejemplo, en Tanguitis (1984) el tango es la cita. Escrita
para piano solo, es un tango, cuyo título se refiere casi a la enfermedad por
el tango, la pasión por dicha danza argentina. El lenguaje melódico y armónico
combina lo tonal con lo dodecafónico, con un cierto humor sofisticado y la
obvia diversidad estilística, cromatismo y diatonismo y hasta una cita del
acorde de ‘Tristán e Isolda’ de Wagner para concluir”, revela el maestro.
“Los poemas de mi padre son parte de mi
música por su gran belleza. Suelo mezclar muchos elementos, también referencias
al barroco, a otros tiempos. En mi Oración para clamar por los oprimidos
(1989) sobre poesía de mi padre Manuel Felipe Rugeles, para mezzosoprano,
flauta, oboe, arpa, sintetizador y contrabajo, empleo asimismo ritmos
afrocaribeños en combinación con técnicas de composición contemporánea. Los
fragmentos del poema pleno en imágenes de la naturaleza, metáforas y de una
gran libertad métrica, se integran a la rica combinación instrumental y dan
forma a la pieza, caracterizada por secciones muy definidas: solos líricos y
virtuosos o combinaciones rítmicas y tímbricas del ensamble. Me considero un compositor
que recurre al multiestilo como medio creativo”.
En
mi obra “Sal-Cita” (2003-2004), el título de la obra es una combinación o juego
de las palabras salsa y cita, alude también al
carácter del diminutivo que resulta de dicha combinación. En esta pieza, utilizo muchas citas musicales del mundo de
la salsa y desarrollo una composición basada en esa combinación del material
con ideas nuevas y variaciones inspiradas en gestos y patrones rítmicos que
incluyen la clave, son montuno, guajira, danzón, guaguancó, y descargas típicas
del tumbao, entre otros. “Sal-Cita” fue compuesta durante el fin del año 2003 y
el principio del año 2004 y está dedicada a Elena Riu y su proyecto “Salsa
Nueva”.
En
1979 obtuvo el Premio Nacional de Composición por Somosnueve y en 1985 el Premio Municipal de Música por Tanguitis. Es miembro fundador de la Sociedad
Venezolana de Música Contemporánea, Miembro Fundador de Número del Colegio de
Compositores Latinoamericanos de Música de Arte y ha sido Miembro del Comité
Ejecutivo de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea.
Sobre su futuro a nivel artístico, Rugeles
quisiera experimentar con grupos de cámara y orquesta, pero el tiempo es la
desventaja, pues el Festival
Latinoamericano de Música con sus ediciones bienales le ocupan –junto a su
esposa, la compositora Diana Arismendi- gran parte de su actividad. “Se
necesita de mucha coordinación, producción y organización para poder contar con
músicos y compositores nacionales e internacionales, programar los conciertos,
clases magistrales, talleres y actividades inherentes al Festival. Es muchísimo
trabajo. Sin embargo, el éxito de cada edición nos colma de satisfacción”.
Aunque estudió ópera en Alemania, pues era
parte del régimen académico, no estaba tan interesado en ella en 1981. Sin
embargo, un giro del destino le llevó a consagrarse como director en esta
especialidad. Al arribar a Venezuela en 1982,
ya como músico académico profesional, incursiona con la Fundación Teatro
Teresa Carreño en el Teatro Municipal en el estreno de Rita de Donizetti y El Retablo de las Maravillas” del compositor
argentino Raúl Domínguez y así fue cautivado por la ópera y desde entonces no
ha parado de dirigir montajes del amplio repertorio operístico mundial. “Hasta
hubo un tiempo en que tenía el récord entre los directores de nuestro país”,
ríe.
No se considera historiador ni cronista,
pero hay un aspecto de Alfredo Rugeles que también es importante, al analizar
en dos textos la historia de la música contemporánea. “Si realmente pudiera,
quizás escribiría un libro, pero realmente, la composición me atrae más”.
Aunque 2012 ha sido un año agitado en todo
sentido, por múltiples compromisos y la sentida partida de su madre, el ritmo
no parece disminuir para este director y compositor. A finales de octubre
estrena la obra “Amazónica” de José
Agustín Sánchez: “un joven tachirense que estudia en Nueva York y cuya obra es
muy interesante. Es una sinfonía referida a la región del Amazonas, en donde
participarán el barítono Gaspar Colón, el Coro Sinfónico de la Fundación
Musical Simón Bolívar y la Orquesta
Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela”.
Igualmente estrenará en Caracas una obra
de Luis Ernesto Gómez, ganador del Concurso de Composición Musical Premio
Antonio Estévez de la Orquesta Sinfónica de Venezuela, la obra se llama El Terremoto de Jueves Santo.
Seguidamente, estará dirigiendo el Encuentro
Monumental, junto a Hamilton de Holanda, el Ensamble Gurrufío y la Orquesta
Sinfónica de Venezuela en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela.
Más adelante le veremos en el mencionado Tributo a Pink Floyd en el Centro de
Acción Social por la Música, donde trabajará con Ángel Quiñones, la Orquesta de
Rock Sinfónico Simón Bolívar, dirigida por Daniel Hurtado y la Sinfónica
Juvenil Teresa Carreño. Luego parte a México, para presentar con la Orquesta
Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, entre otras obras, su composición Sinfonola.
A esto súmele que siempre dicta cátedra a
nivel de maestría en Dirección Orquestal en la Universidad Simón Bolívar y en
El Sistema también se le ve con frecuencia, en el Centro de Acción Social por
la Música, así como en UNEARTE.
Para el 2013 tiene varios proyectos en
evolución, entre ellos la grabación de un disco con el bajo Iván García y la
Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela,
en homenaje a Antonio Estévez, el cual incluirá sus Cinco Poemas, Las
Habladurías, la Suite Llanera y El Concierto para Orquesta.
Ante todo este legado impresionante de
excelencia y música, Gabriel David y Constanza Eugenia, sus hijos, se mueven a
sus anchas incursionando en la vida por sus propios medios. Sólo su hija le
sigue los pasos a nivel musical: estudió violín, piano y ahora está con la
guitarra y el canto. El futuro dirá, son 30 años de carrera insigne y es mucho
lo que falta por contar de este venezolano con una batuta dorada.
--
Patricia Aloy
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